Orientaciones educativas al adulto mayor. Experiencias para la estimulación de una vejez activa.
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Vol.6 No.1, ISSN 1390-9789, junio, 2024
perspectivas que disponemos y encontrar nuevas respuestas a los retos con los que las personas, las
organizaciones y la sociedad se enfrentan” (Enriques, 2007, citado Morales, 2014) con el fin de que la
orientación siga impactando en la vida de los individuos. “Orientar a lo largo de toda la vida implica tener
en cuenta los múltiples contextos en los que se mueve y a los que pertenece la persona: el trabajo, la familia,
el ocio, las relaciones sociales, las amistades; así como los complejos procesos que se dan en ellos:
cognitivos, afectivos, comportamentales y espirituales” (Donoso y Sánchez, 2013, citado por Morales, 2014).
Por tanto, el ámbito de la orientación de adultos debe replantearse y extender sus fronteras para atender la
amplitud y diversidad que abarca. La intervención orientadora con este grupo etario requiere partir y prestar
especial atención a los cambios y transiciones que se producen en esta fase del ciclo vital; elemento que
realza la necesidad de que aquellos profesionales con función orientadora deban incluir en su formación
herramientas específicas de carácter gerontológico, desde un punto de vista integral y multidisciplinario.
Al ser la vejez una construcción social e individual ha de impulsar el desarrollo a escala humana, lo que
significa dar lugar al ejercicio activo de los principios de "independencia, participación, cuidado, realización
personal y dignidad" (Grajales, 2011).
En nuestra sociedad el adulto mayor, a pesar de todos los logros del Estado cubano en cuanto a su atención
integral, se enfrentan a una serie de necesidades; muchas de las cuales, a criterio de gerontólogos,
constituyen procesos que normalmente están asociados al envejecimiento, entre ellas la falta de
adaptabilidad a situaciones nuevas en un mundo rápidamente cambiante, la incomprensión en el entorno
familiar en el que como resultado del descenso de la mortalidad en la actualidad es común que se resida
con uno o ambos padres ancianos a lo que se suma que el descenso de la fecundidad provoca que los hijos
al casarse continúen residiendo en el hogar materno.
Prácticamente en cada hogar cubano existe un adulto mayor, que por su alto nivel de vulnerabilidad se
queda en casa solo, al cuidado de los niños o bajo la supervisión de algún joven cuando quienes asumen el
rol de líderes de la familia salen de casa. A este contexto intrafamiliar se une la avalancha de situaciones
socio - económicas, cuestión que puede ocasionar dificultades para tomar decisiones, deficiencias para el
manejo de conflictos, así como para encauzar los recursos personales a fin de alcanzar sus objetivos.
Se asume de la investigadora Cubela (2021) que en el proceso de orientación educativa se promueve el
autorreflexión, autovaloración, autodeterminación, los valores, el autodesarrollo y la autodirección, como
formaciones psicológicas que le permiten al sujeto alcanzar niveles cualitativamente superiores en la
expresión de su subjetividad, así como la búsqueda de posibles alternativas de respuestas a las
contradicciones y conflictos que enfrentan.
Las ayudas que se propicien desde este proceso orientador ha de implicar al sujeto en su propio hacer
cotidiano participando de forma activa en el aprendizaje, de manera tal que se represente la realidad de
forma personalizada, en un proceso reflexivo que le permita enfrentar los conflictos y tomar decisiones que
contribuyan a su crecimiento personal, a criterio de la autora (Cubela, 2021).
Por tanto, entre los requerimientos o condiciones necesarias para realizar la labor de orientación educativa
se significan: establecer una comunicación desarrolladora; propiciar la reflexión y la autorreflexión; estimular
la responsabilidad por su aprendizaje y actuación; potenciar recursos personales y grupales para su
crecimiento, destacando sus potencialidades y posibilidades; promover un aprendizaje desarrollador,
mediante la construcción del conocimiento, el trabajo conjunto y el diálogo, el aprendizaje independiente,
reflexivo y creativo, así como propiciar las alternativas de solución de problemas y conflictos.
Consideraciones abordadas (Paz, 2011; Cubela, 2021).
Los procesos educativos con personas mayores en la actualidad adquieren importancia debido a la
necesidad de lograr un envejecimiento activo y saludable. Los aportes realizados por ONU (2002) Grajales
(2011), Árraga y Sánchez (2006), Ciano (2018), Morales (2014), demuestran que en este accionar educativo,
la orientación como disciplina juega un papel esencial y se convierte en una estrategia para la promoción
del autocuidado y el bienestar.
Orientar implica siempre la necesidad de una ayuda para que el sujeto pueda encontrar soluciones a sus
problemas. Constituye un proceso potenciador de aprendizajes básicos y crecimiento personal que permite
al adulto mayor intervenir como ente activo en el cuidado de su salud y alcanzar una mejor calidad de vida.
Las orientaciones educativas dirigidas al adulto mayor que favorezcan su envejecimiento activo debe
primeramente estar contextuadas, a partir de tener en cuenta las características del contexto social,
económico, cultural en el que se desarrolla el adulto mayor.