Prácticas inclusivas en el aula: asistencia en educación en tercero de básica, con enfoque en niños con
trastorno del espectro autista (TEA) en Ecuador
significativas deben centrarse en el desarrollo funcional y la comunicación, más que en la mera
reducción de contenidos.
Se observó que la mayoría de los docentes implementa principalmente ajustes de nivel 3, dirigidos
a simplificar metas y ampliar tiempos de trabajo. Aunque estas medidas facilitan la participación
inicial, no siempre logran sostener un aprendizaje profundo. La aplicación limitada de los niveles
3.2 y 3.3 refleja la falta de acompañamiento técnico y de formación específica sobre el autismo,
una situación ya advertida por Rodríguez (2020) al analizar la brecha entre política educativa y
práctica inclusiva en Ecuador. En otras palabras, la intención de incluir existe, pero las condiciones
pedagógicas aún son insuficientes.
Las estrategias más efectivas fueron las basadas en apoyos visuales y rutinas estructuradas,
propias del enfoque TEACCH, el cual prioriza la organización del entorno y la previsibilidad como
base para el aprendizaje de estudiantes con TEA (Mesibov et al., 2005). Estas herramientas
favorecen la anticipación y reducen la ansiedad del estudiante, lo que mejora su atención y su
interacción con el grupo. La UNESCO (2023) respalda este tipo de prácticas al afirmar que los
entornos predecibles y visualmente claros fortalecen la autonomía de los niños con TEA. En las
aulas observadas, las mejoras conductuales se asociaron directamente con el uso consistente de
pictogramas, secuencias visuales y materiales sensoriales.
Otro hallazgo relevante es el rol de la familia. Cuando los padres colaboran activamente, los
avances académicos y emocionales del niño son más sostenidos. El acompañamiento familiar
garantiza coherencia entre las rutinas escolares y las domésticas, favoreciendo la generalización
de los aprendizajes. Esto se alinea con los lineamientos del Ministerio de Educación del Ecuador
(2022), que reconocen a la familia como un actor corresponsable en la educación inclusiva.
“La colaboración activa entre familia y escuela responde a una visión ecológica del desarrollo
infantil, donde el aprendizaje del niño se ve influido por la interacción constante entre los distintos
contextos en los que participa” (Bronfenbrenner, 2005).
Pese a los avances observados, la inclusión de estudiantes con TEA sigue enfrentando
limitaciones estructurales: sobrecarga docente, escasez de personal de apoyo y falta de recursos
adaptados. Estas condiciones reducen la capacidad del maestro para implementar adaptaciones
más complejas. No obstante, la disposición positiva del profesorado constituye una fortaleza que
puede potenciarse mediante formación continua y trabajo interdisciplinario. Como plantean
Paredes y Loor (2022), la capacitación sostenida y la colaboración entre especialistas son los
pilares que transforman la inclusión en práctica cotidiana y no en una excepción.
En síntesis, los resultados permiten afirmar que la inclusión de niños con TEA en tercero de básica
es un proceso en construcción. Su consolidación dependerá de fortalecer la capacitación docente,
ampliar el apoyo institucional y promover una cultura escolar basada en la comprensión de la
diversidad. Más que ajustar el currículo, se trata de repensar la enseñanza desde la flexibilidad y la
empatía, garantizando que cada estudiante pueda aprender y participar con dignidad y equidad.
CONCLUSIONES
El análisis realizado demuestra que las adaptaciones curriculares de nivel 3, 3.2 y 3.3 son
esenciales para garantizar la participación significativa de los estudiantes con Trastorno del
Espectro Autista (TEA) en el tercer año de educación básica ecuatoriana. Estas adaptaciones no
constituyen simples ajustes pedagógicos, sino una respuesta concreta al principio de equidad que
sustenta la política educativa inclusiva del país. Su aplicación adecuada permite que el aprendizaje
se desarrolle dentro de un entorno estructurado, comprensible y emocionalmente seguro, factores
indispensables para el desarrollo integral del estudiante con TEA. Las adaptaciones de nivel 3
ofrecen una base sólida para individualizar los objetivos y tiempos de aprendizaje, favoreciendo la
adquisición gradual de competencias. Por su parte, las de nivel 3.2 y 3.3 profundizan en la
personalización del proceso educativo, introduciendo estrategias metodológicas diferenciadas,
materiales visuales y sistemas de evaluación flexibles. Estas medidas no solo atienden las
particularidades cognitivas del autismo, sino que promueven la autonomía, la interacción social y la
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Vol.7 No.2, ISSN 2600-5832, diciembre, 2025