Luis Alberto Huamán Ordóñez, Abg. 
 
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Vol.13 No.2, ISSN 1390-9681, agosto, 2025 
 
university level, and that human verification of the information used is necessary to ensure its proper 
use. 
 
INTRODUCCIÓN 
La formación del conocimiento ha sido una constante en la historia  de la humanidad (Rodríguez  & 
Caraballo  Rodríguez,  2019,  p.  2),  llegando  a  ponerse  énfasis  en  el  conocimiento  técnico  (Steffan, 
Alcaráz & Antiñir, 2021, p. 51) en la prehistoria. Ello ha llevado a que nuestra especie haya puesto 
especial cuidado en su generación al vincularlo a los primeros saberes, así como la toma de decisiones 
(Pérez Rodríguez  & Castañeda  Pérez,  2009,  p.  5),  orientada  a la  preservación del grupo humano. 
Consiguientemente, el éxito ha partido desde la acción conjunta y no desde la individualidad de los 
sujetos del grupo. De este modo, se empezó a tomar información del mundo externo (Reyero Sáez, 
2019, p. 112) con el propósito de reducir, mediante la teoría del ensayo y error, cualquier potencial 
riesgo en la salud tanto física como emocional de la comunidad. 
 
Su importancia ha sido tal que miles de años después, en los inicios del Siglo de las Luces, un grupo 
de sujetos influenciados por ideas cuyo enfoque era distinto a la delegación divina del poder, apostaron 
por la expansión del conocimiento generando una ruptura con lo establecido. En dicha perspectiva, la 
educación pasó a ser entendida como «una razón autoconsciente y una forma de vida ética autónoma» 
(Koselleck, Gumbrecht & Stuke, 2021, p. 42) ligada a los valores del liberalismo. 
 
Mucho  antes Lutero  había  expresado  su  preocupación  por  la  difusión  del  conocimiento  al abogar, 
dentro de sus tesis, por el conocimiento abierto en un lenguaje distinto del latín; ello, respecto de los 
libros  calificados  como  sagrados,  dado  que  se  venía  produciendo  un  elitismo  del  conocimiento 
(Domínguez Quezada & Suyón Morillo, 2024, p. 31). 
 
Por ello mismo es que, regresando al espacio de la Revolución Francesa, los pensadores de la razón 
crearon un conjunto racional del conocimiento (Bartra Avensur, 2021) orientado a sentar las bases de 
la estructura política moderna. Como resultado de dicho cometido, los Estados modernos empezaron 
a poner énfasis en el proceso educativo de sus ciudadanos desde una óptica del conocimiento. 
 
Más tarde, ya en la era del Internet, el apogeo de las ciencias cedió espacio a una fuerte preocupación 
por  la  democratización  del  conocimiento  apareciendo,  entre  otras  herramientas,  Wikipedia  para  el 
desarrollo de este proceso. 
 
Posteriormente, asomó la denominada inteligencia artificial (IA) como un instrumento de imitación de 
la inteligencia de la especie humana (Gallent Torres, Zapata González & Ortego Hernando, 2023, p. 3; 
López-Regalado  et.  al.,  2024,  p.  98),  al  buscar  la  recreación  de  procesos  intelectivos  propios  del 
hombre,  aunque,  con  algunos  reparos,  Ocaña-Fernández,  Valenzuela-Fernández  &  Garro-Aburto 
(2019) sostengan que su progreso se enfoca en la capacidad de memoria «pero que a diferencia de 
esta última no es capaz de interpretar los significados» (p. 540). Con ella se han reducido, en gran 
medida, las brechas del conocimiento encumbrando la oportunidad de acceder a él. Su aparición, en 
dicha orientación, ha llegado a incidir, fuerte y beneficiosamente, en la educación (Ardisana & Gaínza, 
2025, p. 301) no escapando el espacio universitario. 
 
Tal contexto ha llevado a preguntarnos si, en un escenario de apogeo de la IA como el actual, Wikipedia 
todavía  es  susceptible  ser  usada  en  la  formación  del  proceso  de  conocimiento  a  nivel  educativo 
universitario.  Dicha  interrogante  se  hace  visible  atendiendo  a  que  dicha  herramienta  digital,  que 
aparece en enero de 2001, se vincula no solo con la riqueza del conocimiento sino también con la 
mejora de las expectativas del sujeto que acude a los claustros (Infante Plaza, 2023, p. 47) así como 
de la comunidad en el que este se desenvuelve y, por supuesto del progreso de nuestros países, dentro 
de la economía del conocimiento (Pérez Cázares, 2013, p. 22).